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  • Foto del escritorNQP/NOTICIAS

Larreta y Bullrich ponen en riesgo concreto la victoria opositora en un distrito clave

La falta de criterio y conducción política se ha observado en casi todas las elecciones provinciales en las que la oposición de Juntos por el Cambio se presentó fracturada. Ese riesgo se abrió en la provincia de Buenos Aires, donde la pelea pone en riesgo el futuro de la coalición.

De pronto, la oposición bonaerense de Juntos por el Cambio se llamó a silencio. Como diría Alfio Basile, “silencio stampa”. La descomposición del Frente de Todos obliga a que los más pesados dueños del poder territorial del peronismo privilegien sus territorios municipales como prioridad y, en un segundo paso, analizan qué pasará en la provincia de Buenos Aires.


¿Por qué sucede eso? Porque nadie siente, sinceramente, vaya paradoja, un mínimo nivel de lealtad con su par en el ejercicio de la gestión municipal y mucho menos con el administrador central de la provincia, en este caso, Axel Kicillof.


Para peor, Máximo Kirchner deja trascender ya sin ningún tipo de escrúpulo la idea de que Sergio Massa lo reemplace al frente de la administración bonaerense al dirigente que, de por sí, más mide. Kicillof quiere seguir siendo gobernador, lugar en el que también fue puesto por decisión única de Cristina Fernández de Kirchner.


“Nadie lo quería pero lo aceptamos porque era el que mejor medía. Es honesto pero cerrado”, dice, tajante, un importante intendente que jamás pudo entrarle desde otro lugar que no sea el administrativo institucional. Nada de esto cambió después de casi cuatro años.


En la intimidad, el 80% de Juntos por el Cambio tendría más que tranquilidad si, mañana, se oficializara la fórmula Diego Santilli – Maximiliano Abad como símbolo de unidad y concordia en un distrito clave. Es lo que en política se denomina el “ganan todos”. Inclusive se podría aplicar una interna acordada en lo que le daría el plus electoral que le falta en la actualidad, como son la decena de municipios del Gran Buenos Aires en las que la oposición le puede ganar a los oficialistas del Frente de Todos.


Hay un claro abismo entre la preocupación que tienen los intendentes de Juntos a la que manifiestan los “territoriales”, dirigentes que son opositores pero tienen muchas chances de ganar en sus municipios.


Los primeros se transformaron en conservadores como los viejos barones del conurbano que obturaban cualquier discusión partidaria. No lo hacen por potenciar la fuerza, sino por temor. Impropio en dirigentes que han valorizados, todos, sus municipios con respecto de gestiones precedentes.


En cambio, en los municipios donde la gestión corresponde al Frente de Todos o vecinalismos aliados con estos, la discusión es muy distinta. Ahí los dirigentes locales necesitan todas las certezas y los apoyos posibles para evitar que la interna se transforme en algo tan salvaje que al final del día, con los vencedores y vencidos en la mesa, los segundos no salgan corriendo a acordar con los intendentes peronistas para que su aliado no gane.


Estos dirigentes derrotados siempre prefieren trabajar para el poder de turno con la expectativa de volver a competir en el futuro antes que apoyar a quien le ganó la PASO local. Esa pérdida de votos, que es mínima, es la que necesita el gobernador y los intendentes del Frente de Todos para retener municipios y provincia.


Esos votos valen “doble” por cuanto vienen de la propia estructura de Juntos por el Cambio. Dos menos de un lado, son cuatro más del otro. Ni Javier Milei puede hacerle mayor favor al peronismo cristinaista.


Pero como los operadores del oficialismos no perciben que Milei le quita más votos a ellos que a la oposición, en este espacio Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich están enfrascados en competir con listas propias en los distritos que no administran los intendentes de Juntos. Y toman esta decisión para evitar fugas y potenciar sus chances presidenciales. Sin provincia, no hay paz social, lo sabe Fernando De la Rúa pero ganando este territorio lo comprobó Mauricio Macri al poder llegar con María Eugenia Vidal en la primera y única vuelta bonaerense al despacho de la gobernación.


Acerca de esto, ¿la exgobernadora no habrá tomado nota? ¿No tiene nada para decir?... Hasta el momento, no emite opinión y permite que faltando sesenta días para el cierre de listas todo sea un desaguisado donde ella fue la última jefa concreta. También se ve nítidamente por qué dejó de ser “orgullosamente bonaerense”.


Fuente: mdz

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