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El plan íntimo de Mauricio Macri, la primera decisión fuerte de Larreta

Las conversaciones del expresidente con economistas vislumbran un escenario difícil para 2024. El Congreso como centro de polémica. Los números de "la presidencia" de Cristina Kirchner.



En los últimos días, un economista de la oposición se reunió con Mauricio Macri. El expresidente le planteó el escenario que tiene en su cabeza para cuando asuma el nuevo Gobierno. Insistió en que el ajuste tiene que ser drástico y brutal; desde el día uno. Según suele resaltar Macri ante cualquier auditorio que se le presente, ese recorte tiene que abarcar empresas públicas, cambios en las jubilaciones, cese brusco de planes sociales y recortes profundos en las estructuras del Estado. Este economista, de diálogo directo con al menos tres precandidatos presidenciales, salió preocupado: según su mirada no hay margen para hacer esas reformas que plantea Macri.


Aunque renunció a ser candidato, Macri va a seguir siendo fundamental en el armado de la oposición. Sus posturas se van a endurecer sin la responsabilidad de tener que ser el presidente (como le pasó a Cristina Kirchner durante su vicepresidencia) y algunos dirigentes van a ir siguiendo esa dureza con decisiones y palabras. Es el reclamo de al menos una parte de la sociedad.


“Vos les caés un poco bien a los macristas, un poco bien a los kirchneristas, un poco bien a los massistas y con eso construís la imagen positiva muy alta. Pero después, esos terminan votando a otro”, le dijo un día a Horacio Rodríguez Larreta un dirigente territorial que militó cerca suyo durante muchos años. Le sugería ser más claro en sus posiciones. Hoy está cerca de Patricia Bullrich.

Un dato: desde 1983 para acá, nunca un candidato opositor con posiciones ambiguas respecto al Gobierno pudo ganar una elección.


El problema para “Horacio” es que el teorema se va cumpliendo. Si la gente pide más dureza -y él no tiene esa dureza en su ADN- su candidatura pierde volumen. Y si pierde volumen, pierde dirigentes. Si pierde dirigentes, se desinfla su candidatura. ¿Hay un lugar para un camino antigrieta? Hay otros que andan diciendo que sí: miden 2 puntos. Estas tensiones entre lo viejo que no termina de terminar (este gobierno del Frente de Todos) y lo nuevo que no termina de surgir (un próximo gobierno eventualmente opositor) se van a ver reflejadas más que nunca en el Congreso. La guerra parlamentaria de 2023 puede dejar serias secuelas en el sistema político.

El tema es que si ese es el plan de Gobierno que Macri quiere imponer a quien sea su designado como candidato a presidente, necesitan garantizarse el control del Congreso y acelerar a fondo. Y la futura oposición (hoy el en Gobierno) se tiene que preparar para resistir.

Esa estrategia es parte de la exhibición que se vio este jueves en el Congreso… El Congreso, escenario de la batalla oficialismo vs. oposición

El Senado desde 2019 tiene serias dificultades en su funcionamiento a pesar de que el oficialismo siempre tuvo mayoría abrumadora. La Cámara alta es conducida por la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Sólo hubo 7 sesiones “ordinarias” en 3 años y medio; se dice así cuando el temario es abierto a todos los temas que proponen todos los senadores. Históricamente, siempre se sesionó cada 15 días. Para comparar: solo en 2010 -que fue uno de los peores años no electorales del Senado- hubo 17 reuniones ordinarias.

Las sesiones “ordinarias” se acuerdan en un plan de “labor parlamentaria” donde se juntan todos los presidentes de bloques a proponer sus temas; habitualmente se hacían cada 15 días. En los 3 años y medio de gestión de Cristina solo hubo 10 encuentros. La última había sido en junio.

Mirá los contrastes:

  • En la gestión de Scioli como vicepresidente hubo 113 reuniones.

  • En la de Cobos, 73.

  • En la de Boudou 62.

  • En la de Michetti 47.

El presidente de la Cámara suele presidir esos encuentros. Pero en este caso, Cristina solo estuvo en una de las 10 reuniones.

Esta situación es la que llevó a la conformación del bloque de Unidad Federal (con 4 exintegrantes del Frente de Todos). Y por primera vez esta semana, el Frente de Todos no iba a tener mayoría para imponer su voluntad.

“Nos fuimos del bloque porque nos pasaban por encima. El Frente de Todos tiene que entender que cambiaron las reglas del juego en el Senado”, se quejó Guillermo Snopek, presidente de ese espacio “No somos oposición. Somos senadores, vamos a cambiar la agenda del Senado”, insistió. El senador recibió personalmente la queja de Cristina Kirchner y quedaron en juntarse en los próximos días.

Por eso esta semana se iba a ver por primera vez cómo el oficialismo perdía el control del Congreso. Algo que finalmente no pasó. La oposición de Juntos por el Cambio pidió una sesión especial para el 30 de marzo. En debate había 3 temas. Después el nuevo bloque panperonista Unidad Federal pidió otra sesión especial con 4 temas. Los mismos que la anterior y una reducción de impuestos a los servicios públicos de gas y electricidad.

El reglamento del Senado dice en su artículo 19 que “la Cámara puede celebrar sesión pública especial a petición de cinco o más senadores” y en el artículo 20 que “el presidente dispondrá la respectiva citación para el día y hora que mejor estime”.

La presidencia de la Cámara, en este caso Cristina Kirchner, está obligada a convocar a la sesión tal como se pidió. Después es responsabilidad del que pidió esa sesión conseguir el quórum. Por eso muchas veces se plantean sesiones que les importan solo a grupos minoritarios, a la que asisten unos pocos legisladores a hacer alguna declaración pública. Pero así se empiezan a construir mayorías: así pasó por ejemplo con la ley de aborto.

El problema es que la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma de Zamora, firmó un temario unificado con 14 temas que incluían esos que había pedido la oposición, pero agregaba muchos otros. Primero se votarían los del oficialismo y al final los que propuso la oposición. ¿Cuál es el problema de agregar otros? Que sería un mecanismo que virtualmente se puede usar para obstruir o acelerar cualquier pedido de sesión especial. Por ejemplo, si el próximo gobierno -como pide Macri- quiere votar un ajuste, puede meter esa votación en medio de un pedido que haya hecho la oposición de cualquier ley políticamente correcta.

El sistema está pensado de manera de que cualquier legislador, con solo 5 firmas, pueda forzar a que empiece una sesión. El oficialismo encontró una trampa reglamentaria para no convocar tal como lo establece el uso y costumbre.

Hay más. Llenó los palcos del Senado de los beneficiarios de las leyes en cuestión. Como para que quede expuesto que si la oposición rechazaba el método, entonces serían ellos los responsables políticos de ese fracaso.

Llevaron a la gente sabiendo que no iban a tener resultado. No podemos funcionar con presión”, protestó Snopek.

La oposición fue a sesionar porque pensó que podría cambiar el orden de los temas con una simple votación.

Acá esto se pone más aburrido aún. Pidieron una “moción de orden”, que es un mecanismo parlamentario que sirve para alterar el orden de una sesión.

Habló la presidenta del Senado (Claudia Ledesma, porque Cristina no estaba). Se la veía nerviosa. Dijo que para alterar ese orden había que modificar el decreto que ella había emitido al convocar la sesión, y que para eso -de acuerdo con el artículo 224- hacía falta modificar el reglamento entero del Senado.

¿Cuál es la diferencia entre una y otra cosa? Para cambiar algo chico en la sesión se necesita la mitad más uno, y ganaba la oposición; para cambiar el reglamento se necesitan los 2/3, número imposible de conseguir.

Ledesma no dio lugar a debate y llamó a votar. La oposición denunció una maniobra antirreglamentaria. Ledesma gritó “¡Denuncienme!”.

La oposición, enojada se levantó y se fue en una maniobra que manejó el jefe del interbloque, Alfredo Cornejo. Las cámaras de Senado TV mostraban a las victimas con sus carteles. La oposición quedó metida en una ratonera. Mientras algunos se levantaban, otros como Luis Juez o Martín Lousteau, se quedaron un rato en sus lugares. Era una situación incómoda: o aceptaban que el oficialismo los prepotee o quedaban mal con las víctimas que reclamaban leyes que ellos consideraban necesarias.

Todo terminó de la peor manera. Sin ninguna ley de nada. ¿Qué temas no se trataron?

  • Alcohol cero.

  • Sistema integral de protección a las personas con discapacidad.

  • Plan nacional de cardiopatías congénitas.

  • Eliminación de la fe de vida.

  • Exención de ganancias a trabajadores de la salud.

  • Lenguaje de señas como idioma oficial.

  • Designación de jueces y fiscales en Rosario.

  • Designación de jueces y fiscales en Córdoba.

  • Ley Lucio.

  • Reducción de impuestos en servicios públicos.

No había objeciones públicas a ninguno de esos proyectos (sólo el último, quizás). “Podíamos perder feo”, insistían en el bloque oficialista, que celebraban la jugada.

El jefe del bloque del oficialismo, José Mayans, se regodeó. Con la gente en las tribunas y con la oposición ya escapada dijo: “Yo me quedaría hasta las 4 de la mañana tratando los temas. No les importó el narcotráfico de Santa Fe. Para ellos es más importante tratar la prelación. No le importó la ley de alcohol cero, ni la ley lucio… Les pedimos que reflexionen”, clamaba. La reacción de Juntos por el Cambio

En la oposición también hubo pases de facturas. Un sector de Juntos por el Cambio responsabiliza por la situación a lo que llamaron el “Grupo Malbec”: son Alfredo Cornejo y “los tortolitos”. Hablan de Luis Naidenoff y Carolina Losada. Son los que en su momento se sacaron fotos con Patricia Bullrich, brindando en la fiesta de la Vendimia de Mendoza.

Incluso algunos van más allá. ¿No habrá sido una movida de Cornejo (senador por Mendoza y precandidato a gobernador) para frenar la ley de alcohol cero que perjudica a las provincias vitivinícolas? Snopek -presidente del bloque panperonista- también se opone a esa ley y denuncia que hay un lobby de las compañías de seguros para acelerarla.

“Condujeron mal al bloque. Fueron al choque al extremar posturas”, reprocha un hombre del bloque radical enfrentado a la conducción de Cornejo. Un coletazo de la guerra entre halcones y palomas con la que empieza esta nota.

Algunos senadores se fueron mal y por la puerta de atrás. No están acostumbrados a recibir insultos. En redes sociales los destrozaron. Por lo bajo, un senador de Juntos por el Cambio felicitó a la estrategia de Mayans: “Iban a una derrota segura y terminamos quedando nosotros como los malos de la película”.

El problema es que perdieron todos. La política dio un espectáculo lamentable por no ponerse de acuerdo en algo mínimo. El oficialismo se exhibe como tramposo; la oposición como insensible. En el medio, la gente que no entiende qué pasa. Solo ven que la política sigue (con razón o sin razón) muy alejada de los problemas reales del día a día. Para la oposición es un coletazo más de la interna entre halcones y palomas. En algún punto muestra y expone las diferencias entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. O mejor dicho, entre Macri y Larreta.

Estas tensiones van a escalar políticamente esta semana cuando se avance en definiciones sobre la situación de Juntos por el Cambio en la Ciudad de Buenos Aires.

Mauricio ya dejó claro que su único candidato a jefe de Gobierno es Jorge Macri. Larreta ya aceptó que el PRO tenga un solo candidato y les comunicó a Fernán Quirós y María Soledad Acuña que no van a ser. Falta saber la fecha en que se oficialice.

El problema es que Larreta también tiene un acuerdo con Martín Lousteau. No lo va a apoyar, pero lo va a dejar jugar sin complicarle la vida demasiado.

Macri no quiere que un candidato Jefe de Gobierno radical (con chances de ganar) acompañe a los candidatos del PRO. Es decir, Lousteau solo podría ir con la boleta de Gerardo Morales o Facundo Manes, que hoy miden entre 4 y 2 puntos.

Por eso, Lousteau está peleando para que la elección se pueda hacer en el mismo día pero con boletas separadas o incluso en cuartos oscuros separados. En Ciudad está vigente una ley de boleta única electrónica que permitiría hacerlo de manera más o menos prolija.

Por la ley electoral de la Ciudad, es Larreta el que tiene que convocar a esa elección porteña. Por primera vez, el Jefe de Gobierno va a tener que tomar una decisión política en serio:

  • Si accede a la demanda de Lousteau, pierde la confianza de Macri, que le está pidiendo otra cosa para garantizarse retener la Ciudad.

  • Si accede a la demanda de Macri, corre el riesgo de que Lousteau vaya solo con otras listas radicales y que le termine sumando a Morales o Manes en Ciudad. Puede quedar tercero en su distrito.

Y existe otra discusión de fondo. Ante un Macri radicalizado, Larreta necesita el apoyo de la UCR para construir su candidatura presidencial y una eventual gestión de gobierno. Si no resuelve la cuestión porteña, se le cae todo su armado.

Larreta, por primera vez, va a tener que definir. Se le acaba el tiempo. Y contrario a su máximo eslogan, va a tener que comunicar de qué lado de la grieta está.


Fuente: A24


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