💔 El crimen de Matías Berardi, 15 años después: una herida que sigue doliendo
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A quince años del secuestro y asesinato de Matías Berardi, su historia sigue marcando a la sociedad argentina. Tenía apenas 16 años cuando fue secuestrado al regresar de una fiesta de egresados. Logró escapar, pidió ayuda, pero nadie respondió a su llamado. Fue recapturado y asesinado. Hoy, sus padres mantienen viva su memoria con un mensaje de solidaridad y esperanza.
El recuerdo de una vida truncada
Era un adolescente alegre, deportista, querido por sus amigos y muy unido a su familia. El 28 de septiembre de 2010, Matías regresaba a su casa en Ingeniero Maschwitz cuando fue interceptado por una banda que lo secuestró para pedir rescate. Durante las horas más difíciles, sus padres escucharon su voz al otro lado del teléfono: pedía ayuda mientras los captores exigían dinero.
Matías logró escapar por unos minutos, corrió por las calles del barrio pidiendo auxilio, golpeó puertas y suplicó refugio. Pero nadie le abrió. Poco después fue recapturado y asesinado. Su cuerpo apareció al día siguiente en un descampado de Campana.
Justicia y memoria
Los responsables del secuestro y crimen fueron condenados a prisión perpetua y largas penas de cárcel. Sin embargo, la herida moral que dejó el caso sigue abierta. Para sus padres, Juan Pablo Berardi y María Inés Daverio, el dolor se transformó en una causa: mantener viva la memoria de su hijo y promover la solidaridad como valor esencial.
“Una de las cosas que más nos dolió fue la falta de ayuda que él sufrió. Nadie lo escuchó. Por eso quisimos transformar ese dolor en algo que invite a reflexionar”, expresó su madre.
Quince años después
En cada aniversario, familiares y amigos lo recuerdan con actos solidarios, campañas de donación y homenajes. “Por respeto a él, tratamos de sobrevivir y dar felicidad a nuestros otros hijos. No queremos vivir con odio, sino con amor y paz”, resumió su padre.
El caso de Matías Berardi dejó una enseñanza que trasciende lo judicial: la indiferencia puede ser tan cruel como el crimen mismo. Su nombre sigue siendo símbolo de memoria, empatía y compromiso social.






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