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Crecen las dudas sobre Martín Guzmán, el último soldado en pie en la guerra contra Cristina Kirchner

Alberto Fernández sigue respaldando al ministro de Economía, pero no de forma total. Sobre Guzmán se ciernen las amenazas de la inflación y la bomba de la deuda en pesos. Massa, otro de sus detractores.


El ministro de Economía, Martín Guzmán durante un acto en Casa Rosada (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).

El equipo de Martín Guzmán está entrenado en desmentir versiones de renuncia. Desde que desembarcó en el Ministerio de Economía hubo por lo menos una decena de veces que se rumoreó fuerte la salida del cargo, por lo que en su mesa chica suelen repetir que el funcionario, inmutable, “se acostumbró” a convivir con la inestabilidad.


Guzmán es el último bastión de Alberto Fernández en la avanzada de Cristina Kirchner sobre el gabinete. Siempre fue el principal destinatario de las críticas por la gestión económica, y hasta llegó a ser catalogado por la vicepresidenta como un “delegado del FMI”.


El respaldo que le otorga el Presidente es fuerte, pero no total. De hecho, no le dio las llaves del Ministerio de Desarrollo Productivo ante el despido de Matías Kulfas, sino que incorporó a otro jugador que estaba casi jubilado. Para más desorden, Daniel Scioli no se suma para hacer albertismo ni cristinismo, sino sciolismo.


Un colaborador de diálogo con el Presidente graficó la dinámica del Gobierno de manera lúdica: “Esto es como Al Don Pirulero, cada cual hace su juego”.


Guzmán y Scioli, socios circunstanciales

El ministro de Economía tejió un vínculo cercano con el embajador en Brasil, que tuvo su broche de oro en la negociación por la provisión de gas para el invierno. Guzmán viajó en abril a San Pablo para sellar el acuerdo y lo mostraron como un triunfo, frente a la mirada apocalíptica de La Cámpora que alertaba sobre la falta de abastecimiento. Guzmán y Scioli son, entonces, socios circunstanciales.


Guzmán debe lidiar con al menos a dos frentes de tormenta: la inflación y la bomba de la deuda en pesos. El Presidente, en principio, quiere ver resultados positivos en la lucha contra los precios antes de la primavera. Su misión es conseguir una desaceleración, que sitúe el índice anual por debajo del 70%, según admiten fuentes oficiales. Una cifra de todas maneras altísima, que no está claro que pueda cumplir.


De manera imprevista, se formó otro nubarrón más inquietante: la bola de nieve de la deuda en pesos, que se fue generando a ritmo acelerado para financiar el gasto. Son bonos a cortísimo plazo, ajustados por CER. Sólo en junio, hay vencimientos por 500 mil millones de pesos, en medio de un escenario de desconfianza en el mercado, que se reflejó en los últimos días. El riesgo país llegó a superar los 2000 puntos.


Default de la deuda en pesos

Guzmán intentó despejar fantasmas. “Jamás vamos a defaultear la deuda en pesos”, dijo mientras acusaba a la oposición de sembrar dudas para esmerilar al Gobierno. Lo cierto es que cada vez le cuesta más al Tesoro financiarse de esta manera, y no le quedaría otra que emitir para afrontar los pagos. Echar nuevamente mano a la maquinita del Banco Central recalentaría más la inflación y aleja demasiado la meta fijada con el Fondo.


En Juntos por el Cambio creen que Guzmán abre el paraguas al acusarlos de hacer una especie de terrorismo financiero con el único objetivo de no hacerse cargo de su “mala praxis”.

Hace varios meses se discute en el mundo económico sobre el “riesgo de transición”, que básicamente es cómo impacta en la coyuntura un eventual cambio de color político en la Casa Rosada y qué rumbo se tome, por ejemplo, con el endeudamiento. La posibilidad de un futuro “reperfilamiento” (una reestructuración de la deuda en pesos) por parte de un futuro gobierno, golpeó a los bonos que vencen luego de las elecciones presidenciales.


Lo que ocurre ahora no es parte de ese “riesgo de transición”, sino que es una crisis que nadie vio venir, al “romperse” el mercado de pesos. Guzmán debe lidiar con esa tormenta perfecta y también con el tiroteo constante por parte del kirchnerismo.


Massa, otro detractor de Guzmán

Sergio Massa es otro de sus detractores. Dedicó bastante tiempo en convencer al Presidente de su retirada. No se lleva bien con el ministro, y el cortocircuito comenzó hace rato, cuando el presidente de la Cámara de Diputados lo “primereó” con el anuncio del acuerdo con los bonistas, en agosto de 2020.


En el Palacio de Hacienda, continúan con la hoja de ruta trazada, como si se fueran a quedar para siempre. Están terminando de pulir un decreto para actualizar el presupuesto 2022 (que no tuvo aval legislativo), y empezando las proyecciones para el que se presenta en el Congreso en septiembre. También barajan alternativas frente a la imposibilidad de acumular reservas, como profundizar el acceso a divisas de las empresas que necesitan hacer frente a los compromisos de deuda. Eso las lleva directo a una reestructuración.


“El deporte nacional es sacarle dólares al Banco Central”, sostuvo Cristina Kirchner, en Chaco. La frase, aunque no lo citó, es del fallecido economista Miguel Bein. La vice tiene el peor pronóstico sobre la economía y en su entorno creen que a Guzmán se lo va a terminar llevando puesto no ella, sino la “realidad”.


Fuente: TN


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