El sindicalismo se partió para celebrar la fecha fundacional del Peronismo. Alberto Fernández no fue a ninguno de los dos actos. El toma y daca por los lugares en las listas. La respuesta de Máximo Kirchner y el guiño de CFK. Precios y salarios, el debate detrás del conflicto

La campaña electoral ya empezó. El 17 de octubre, fecha fundacional del Peronismo, sirvió como escenario para exteriorizar, una vez más, la disputa en el oficialismo. La proliferación de actos por el Día de la Lealtad, con reclamos distintos y mensajes cruzados, mostró una radiografía de la división en el sindicalismo, las tensiones en el Gobierno y la pelea anticipada por los cierres de listas electorales. En el medio de ese debate está la puja distributiva intensificada por el espiral inflacionario.
Si quedaban dudas, ayer se explicitó esa riña. “Queremos poner concejales, legisladores provinciales, diputados y senadores nacionales”, expresó Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN, en el acto que la CGT ligada al barrionuevismo realizó en el estadio Obras Sanitarias.
“El desafío por delante no es ver quién tiene lugar en las listas”, retrucó horas después Máximo Kirchner, diputado nacional y presidente del Partido Justicialista (PJ) bonaerense. Fue desde la Plaza de Mayo, durante el acto masivo que convocaron los sindicatos del moyanismo y La Cámpora. Daer y Pablo Moyano se comunicaron el domingo, pero el diálogo no impidió la digresión.
El 77 aniversario de la fundación del Peronismo evidenció la fractura de facto en la CGT. Por un lado, “los Gordos”, con dirigentes como Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de Servicios), Gerardo Martínez (UOCRA) y Rodríguez (UPCN). Es el ala ligada a Luis Barrionuevo (Gastronómicos) que se ha mostrado más “conciliadora” y cercana al Presidente. Quien también ha dado muestras de apoyo al presidente en el último tiempo ha sido el mismísimo Hugo Moyano.
Por el otro, el Frente Sindical que lidera Pablo Moyano y agrupa a gremialistas como Omar Plaini (Canillitas), Sergio Palazzo (Bancaria), Hugo Yasky (CTA) y Abel Furlán (UOM). Es el brazo sindical kirchnerista que tiene una actitud más combativa y confrontativa, tanto con el Gobierno como con el empresariado y la otra rama de la CGT.
La debilidad de Alberto para pulsear el conflicto sindical
Esa división interpela también al Jefe de Estado. No sólo por la frialdad que lo distancia de los sindicatos, sino porque como presidente del PJ nacional no fue invitado a ningún acto relevante por el Día de la Lealtad. Signo de debilidad.
En silencio, la vicepresidenta, Cristina Kirchner, tensiona la cuerda. Ayer no se expresó por el 17 de Octubre, pero se encargó de hacer llegar, a través de su hijo, un saludo a los presentes en la Plaza de Mayo. “Cristina presidenta, Cristina presidenta”, respondió al unísono la militancia kirchnerista.
Más temprano, el Presidente había encabezado un acto en Cañuelas con Axel Kicillof, gobernador bonaerense, Sergio Massa, ministro de Economía, Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas. Fernández inauguró la nueva Autopista Ezeiza-Cañuelas y dio un discurso alusivo a la fecha. El acto tuvo como eslogan la frase “mejor que decir es hacer”.
“Yo quiero decirle a cada trabajador y a cada trabajadora de Argentina que no nos olvidamos de ellos. Las paritarias están abiertas, funcionan libremente y queremos que le sigan ganando a la inflación”, prometió el Presidente.
También anunció una serie de medidas de asistencia social y destacó la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, que había anticipado Massa el domingo.
Todos anuncios que van al corazón de la discusión política y económica que son la base de la tensión en el sindicalismo. Mientras que el moyanismo reclama por un aumento de suma fija, “los Gordos” exigen que la recomposición salarial se dé mediante la negociación paritaria.
La discusión económica y electoral en la CGT
La CGT viene teniendo conversaciones con Massa y el mismo domingo salieron a respaldarlo cuando anunció la actualización del mínimo no imponible. “Me gustaría que el candidato a presidente sea Sergio Massa, que es un hombre joven, con muchas ganas y lo demuestra al agarrar este hierro caliente”, ensalzó ayer Acuña, en declaraciones televisivas.
Desde la Plaza de Mayo, el moyanismo y el kirchnerismo fueron enfáticos en la crítica al Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En ese eje, endurecieron su discurso contra el ministro de Economía, quien por estos días mantiene diálogo fluido con las autoridades del organismo de crédito sobre las revisiones pautadas en el acuerdo.
En el plano institucional, la disputa tiene como eje que “los Gordos” se sienten relegados de la “mesa chica” del Gobierno. La CGT presiona para tener mayor incidencia en las decisiones y en la negociación de las listas electorales de 2023. Sospechan que el kirchnerismo los excluirá. Es por eso que lanzaron el Movimiento Nacional Sindical Peronista, brazo político con el que el sindicalismo aspira a disputar espacios de poder.
“Nosotros tenemos la herramienta política para ganar elecciones, que es el Partido Justicialista. Hoy el PJ está compuesto por 113 miembros. 14 son del movimiento obrero y 15 de La Cámpora. No tengo nada contra La Cámpora, ¿pero acaso ellos son más importantes que nosotros?”, aguijoneó ayer Sebastián Maturano, secretario general de la Juventud Sindical de la CGT. Fue en el acto de Obras Sanitarias.
El origen y el futuro del conflicto
La efemérides madre del Peronismo no logró unificar a las distintas vertientes de la coalición oficialista. En la cúpula de la CGT deslizan que la génesis de la gresca fue el banquete con siete sindicalistas que organizó Alberto Fernández el 26 de septiembre en la Quinta Presidencial de Olivos. Aquella noche, el Jefe de Estado les comunicó a los gremialistas su deseo de celebrar el 17 de octubre en un acto en Tucumán, con gobernadores y parte del sindicalismo. Pablo Moyano, codirector de la CGT y líder de Camioneros, fue marginado de esa cena. Se molestó y lo hizo saber.
Al otro día, Fernández “cedió” -en términos de un gremialista que conduce un sindicato del barrionuevismo- y convocó a Moyano y parte del Frente Sindical, la facción obrera alineada con el kirchnerismo y La Cámpora. El sector sindical de “los Gordos” lo consideró una claudicación por parte del Presidente. No hubo retorno. Cada cual organizó su acto y el mandatario no fue invitado a ninguno.
Aunque el sector de “los Gordos” de la CGT se ha mostrado cerca del Presidente, la relación se enfrió en las últimas semanas. La designación “inconsulta” de Kelly Olmos como ministra de Trabajo molestó a los sindicalistas. Si bien luego respaldaron públicamente a la flamante funcionaria, consideraron que se trató de un nuevo “desplante” de la Casa Rosada.
La relación entre el movimiento peronista y los sindicatos es congénita. Desde el origen, la dialéctica peronismo-sindicalismo ha oscilado, con rupturas y acercamientos. Tampoco es nueva la tensión electoral entre el movimiento obrero y el peronismo. El ejemplo histórico fue la etapa del vandorismo, en los 60′, cuando Augusto Vandor intentó disputarle el liderazgo del movimiento al propio Perón.
Mientras que el PJ tiene un presidente, el movimiento peronista -que agrupa también al sindicalismo- tiene un líder que ejerce la conducción. Eso puede coincidir, como ocurrió durante las dos primeras presidencias de Perón, que presidía el PJ y lideraba al peronismo. Pero no es una regla.
Actualmente, el propio Alberto Fernández preside el PJ Nacional. Es algo sencillo de identificar, dado que está determinado orgánicamente mediante una elección. En cambio, a un año de las elecciones, no está tan claro quién es hoy la conducción del movimiento peronista. O, bien, está en disputa. La división expuesta ayer en la multiplicidad de actos por el Día de la Lealtad, acaso, fue indicio de ello.
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