⚖️ Jefas y doñas en el narco de Rosario: el rol de las mujeres entre la vulnerabilidad y el poder
- NQP/NOTICIAS

- 1 oct
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En Rosario, el narcotráfico sigue siendo un mundo dominado por varones, pero en su interior se abren dos realidades: por un lado, mujeres pobres y vulnerables que constituyen el último eslabón de la cadena criminal; por otro, las llamadas “doñas” o “jefas”, con poder real en la conducción de clanes y disputas territoriales.
Vidas descartables
El femicidio de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15), asesinadas con brutalidad y transmitidas en vivo como un mensaje mafioso, expuso la fragilidad con la que muchas mujeres son usadas y eliminadas en estas estructuras. El caso, calificado como “disciplinamiento” por el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, mostró cómo las más jóvenes se convierten en piezas fácilmente reemplazables.
El eslabón más débil
Según el fiscal Franco Carbone, jefe del Equipo de Microtráfico de Rosario, la mayoría de las detenidas cumplen tareas menores: fraccionar droga, vender en búnkeres o hacer de “delivery”, siempre controladas por varones armados. “Son personas fungibles, con aportes pequeños al sistema, que terminan mal prisionalizadas”, explicó. Para el investigador, estas mujeres deben analizarse bajo un enfoque interseccional, que contemple su vulnerabilidad social antes de definir responsabilidades penales.
Las que mandan
Aunque son menos, existen mujeres con peso real en el negocio. Ejemplos como Olga “Tata” Medina, Tania Rostro, Patricia “La Cele” Contreras, Brenda Pared o Sabrina Barría muestran la capacidad de algunas para administrar dinero sucio, ordenar delitos violentos o incluso sostener el poder de bandas históricas como Los Monos.
En varios casos, estas líderes heredan poder por vínculos familiares o de pareja con narcos encarcelados o asesinados. Tal es el caso de Jessica “La Fea” González, que manejaba una estructura de 12 personas vinculada a homicidios y narcotráfico, tras la caída de Claudio “Morocho” Mansilla.

Liderazgo y herencia
La antropóloga Eugenia Cozzi advierte que, aunque la mayoría participa desde posiciones subordinadas, también hay quienes ejercen mando con relativa autonomía. Muchas veces son “parientes” —esposas, madres o hijas de líderes— que continúan con la conducción tras su caída. En las cárceles de Santa Fe, de hecho, existe un número significativo de mujeres catalogadas como de alto perfil criminal, con fuerte control sobre visitas y comunicaciones.
Un poder compartido
Algunas mujeres ejercen su influencia junto a figuras masculinas, como Rosa “La Bibi” Montero, quien lideró con el “Viejo Cantero” un esquema de extorsiones, usurpaciones y narcomenudeo. Según Carbone, en muchos casos, los vínculos sexo-afectivos les permiten incluso condicionar o dirigir las decisiones de hombres con amplio prontuario.
En el universo narco rosarino, entonces, la mujer aparece en un doble rol: como pieza descartable en la base de la pirámide o como figura de mando capaz de sostener y expandir negocios criminales en igualdad con los varones.






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