El Presidente fijó la vista en la carpeta azul donde tenía impreso el discurso y no se apartó del texto; con Santiago Caputo planeó la “sorpresa” del “Pacto del 25 de Mayo” para intentar encolumnar a parte de la política detrás de su plan
En los 73 minutos que Javier Milei dio su discurso, prácticamente no levantó la mirada. El Presidente fijó la vista en la carpeta azul donde tenía impreso el texto y leyó sin grandes inflexiones en la voz. No levantó el tono, pese a la virulencia de sus palabras contra la “casta”. Para cuando convocó al “Pacto del 25 de Mayo” ya había dicho las peores cosas de los políticos que tenía enfrente sin distraerse ni un segundo y había apuntado contra “los informadores ensobrados”, los “empresarios prebendarios”, y los “sindicalistas que entregan a sus trabajadores”.
Tampoco hubo en el hemiciclo demasiadas provocaciones hacia el Presidente. Más allá de los carteles que pegó la izquierda y algún comentario aislado desde alguna banca, Milei no tuvo que soportar episodios que pudieran sacarlo de eje. Sí hubo una arenga continua desde los palcos del tercer piso donde se ubicaron seguidores libertarios que vivaban al Presidente, cantaban contra la “casta” y reclamaban “motosierra”. Solo en algún momento muy puntual Milei miró sobre sus anteojos para dedicarles una sonrisa.
Una sola vez Milei se ocupó de subrayar un pasaje: fue cuando embistió contra el exgobernador de Jujuy, Gerardo Morales y arremetió contra toda la UCR. “Por si no se escuchó por los aplausos: ofende el silencio de aquellos que se dicen republicanos”, enfatizó cara a cara con los legisladores.
Desde uno de los palcos del primer piso lo miraban dos figuras clave, que son los que cocinan la estrategia política y técnica en las bambalinas del Gobierno: el vicejefe de Gabinete, Jose “Cochi” Rolandi y el asesor estrella, Santiago Caputo.
Este consultor todoterreno trabajó en las últimas semanas en la Casa Rosada no solo craneando la narrativa detrás del “pacto del 25 de Mayo” sino también tendiendo los primeros puentes políticos de cara a la cita de Córdoba junto al ala política del Gobierno, encarnada en el ministro del Interior, Guillermo Francos, y en el flamante subsecretario de Gestión Institucional de la secretaría general de la Presidencia, Eduardo “Lule” Memem.
Milei quiere evitar que se mencione la palabra “acuerdo” para no exhibir debilidad ni un estilo transaccional. Lo que está haciendo el Presidente con la convocatoria a la ciudad de Córdoba para firmar un listado de diez compromisos es intentar encolumnar a parte de la política detrás del mismo plan que tiene desde el primer día. No se trata de la búsqueda de un punto intermedio, sino de un llamado a que la “casta” lo siga en sus ideas inamovibles. “No tengo demasiadas esperanzas. Quiero que me demuestren que estoy equivocado”, les dijo Milei, sin inmutarse, a diputados y senadores.
Cuando terminó su discurso, el mandatario repartió saludos con los diputados libertarios y le dedicó abrazos a algunos funcionarios. Entre ellos, a su hermana y secretaria General de la Presidencia, Karina, al ministro de Economía, Luis Caputo; a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. El abrazo más largo, no obstante, fue para la ministra de Seguridad y referente de Pro, Patricia Bullrich.
Las 48 horas previas a su discurso, Milei las pasó encerrado en Olivos. El jueves se dedicó a escribir una primera versión y hoy pulió el texto definitivo. Ya en la previa a la apertura de sesiones, cerca del Presidente advertían que sus palabras cerrarían con una “sorpresa” política, que en todo momento se mantuvo bajo un estricto hermetismo.
Las personas que conforman el primer anillo de contención del Presidente fueron quienes lo vieron en la intimidad de las horas previas a su primer discurso de frente al hemiciclo del Congreso. En la primera parte del día, pasaron por Olivos su consultor todoterreno; la secretaria General de la Presidencia y hermana del jefe de Estado, Karina Milei, y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que luego se reunió con los diputados de La Libertad Avanza en la Casa Rosada para pulir la estrategia parlamentaria para las sesiones ordinarias que se inauguran hoy.
Quienes trataron con Milei en las horas previas a su presentación aseguraron que lo vieron “tranquilo”. El Presidente partió pasadas las 20 de la quinta presidencial con dirección, primero a la Casa Rosada y luego al Congreso. Al llegar, se fundió en un abrazo con la vicepresidenta Victoria Villarruel, que lo escoltó hacia el recinto tomada de su brazo. Todos gestos que buscaron ahuyentar los rumores de una mala relación entre ambos. La gestión libertaria se mueve con la premisa de negar cualquier rispidez interna.
Santiago Oría, el realizador audiovisual que retrata todos los movimientos de Milei, ajustó todos los detalles de la transmisión. Antes de empezar a hablar, Milei salió del atril especialmente para estrechar la mano del senador cordobés Luis Juez (Pro). Al entrar al recinto, saludó a sus diputados e intercambió un abrazo con Bertie Benegas Lynch y con Lilia Lemoine.
Al igual que hizo en el día de su asunción, Milei había publicado un mensaje en hebreo dando una pista del sentido de su mensaje. Compartió en sus redes sociales un pasaje de la Biblia que hace alusión a viejas y nuevas leyes. “Dios pide a Moisés que haga nuevas tablas de ley en lugar de las tablas que rompió”, es la traducción del fragmento del Éxodo 34:1-25 que compartió el líder de La Libertad Avanza (LLA).
Su mensaje llega cuando el Gobierno termina de definir la estrategia legislativa para volver a impulsar las reformas que quedaron frustradas con la ley Bases. En las últimas semanas, hubo dos ideas que circularon con fuerza en la sede de gobierno: la de reflotar la ley Bases y la de fragmentar su contenido en varias leyes puntuales, tema por tema.
Finalmente se definió partir el paquete de reformas en dos tiempos. Ni bien arranque el período de sesiones ordinarias, el Poder Ejecutivo enviará al Congreso una primera parte (se habla de cinco capítulos de la ley Bases) con modificaciones. Habrá agregados y omisiones, como el capítulo de las retenciones, que generó resistencia en algunos gobernadores.
La idea que tiene la mesa chica de Milei es que, si prospera el “Pacto de Mayo” con los compromisos políticos redactados por los libertarias, se pueda remitir una segunda tanda de reformas, con los capítulos más espinosos, como la reforma laboral y previsional.
Fuente: La Nación
Comments