El actor Sebastián Wainraich habló sobre la serie de Netflix que protagoniza.
En el inicio de esta segunda temporada hay manifestaciones, cortes de calle e incluso un debate que se dio recientemente con los representantes de la ultraderecha y esto fue grabado antes.
¿Te sorprendió esto de que la realidad supere a la ficción?
No me sorprendió, cuando lo grabamos el tema piquetes no estaba en primer plano pero me parece que es un tema que va y viene constantemente. Fue una cuestión azarosa que en ese momento no estuvo y justo una semana antes de que la serie se ponga en Netflix otra vez nos escribió el director y decíamos "que 'suerte' que la realidad y la ficción se den la mano".
¿Y respecto de representantes de la ultraderecha? Porque eso sí fue más vertiginoso el crecimiento.
Eso sí, el cambio es fuerte. Esto lo grabamos hace un año, la escritura fue hace dos y ahí sí, la figura de Javier Milei es bastante nueva en ese sentido.
Es una serie "casandra", cuando hagan la tercera temporada nos avisan antes así sabemos qué tenemos que cubrir.
Claro, es como dicen con los Simpsons, que predijeron todo. Deberíamos chequear eso o, por lo menos, cuando me ponga a escribir la próxima, voy a tener un poco más de cuidado. Lo que pasa es que si escribis cosas donde todo está bien, después no funciona.
¿A qué atribuís que se haya posicionado nuevamente en el top 10 de Netflix? ¿Por qué?
Yo creo que la serie está muy bien realizada, muy bien actuada, que tenemos un gran elenco, donde los actores invitados no vienen a hacer un chiste o un cameo sino que se comprometen con el texto, con sus personajes, se dejan dirigir. Tenemos un gran director y me parece que es una historia que "se deja ver", que te lleva. Si bien no tiene pretensiones retorcidas te hace reir y emocionar, pero no es un mundo ideal: se mete en el dolor, en la angustia y genera algo de identificación.
Tu personaje allí se llama también Sebastián, en este caso conduce una radio, es hincha de Atlanta. ¿Qué similitudes hay entre ese personaje y vos en la realidad?
Es el punto de partida, es un jueguito, tiene algunos temas, pero no tiene nada que ver conmigo. El Sebastián de la ficción tiene mucho lío con los vínculos, no logra ponerse de pie ante sus hijos, su exmujer, sus compañeros de trabajo, no termina de animarse y le falta el ejercicio de autoconocimiento y, si lo tiene, no supo qué hacer con eso.
¿Puede ser que el "casi feliz" es casi universal, nos toca a todos?
Yo creo que sí, es un gran resumen el nombre de la serie. Si alguien fuese feliz todo el tiempo sería imbancable, insoportable, sería casi un insensible. Va de la mano de la historia que estamos contando.
¿Cuál es la sensación que tienen ustedes de tener un éxito que se vuelve planetario?
La sensación es de incredulidad. En la primera temporada, gente que me escribió de países vecinos pero también la ven desde Madrid, de la India, de Chipre, de Israel. Es la incredulidad de que tenemos tantos encuentros, que una serie de un país remoto para ellos los puede sorprender.
¿Cómo cambia la proyección de tu carrera en esta nueva etapa? ¿Cómo vislumbran que van a ser sus carreras en el futuro?
No tengo idea, yo creo que los medios grandes están cediendo espacios, yo no digo que van a morir pero sí que tienen que compartir espacio con medios nuevos que están surgiendo y, a partir de eso, hay mundos nuevos que empiezan a nacer y se vuelve mucho más universal. Estamos a la mitad de ese gran cambio, de esa gran revolución.
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